Empecemos reiterando lo obvio: el diálogo es indispensable. Hay
que estar enfermizamente ofuscado para no verlo. Que la alternativa al diálogo
es la guerra. Es decir, la muerte, y, ojo, la muerte no siempre es la de otro.
Ya es aterrador que un adolescente, odio inoculado de por
medio, clame por sangre y violencia a través de las redes sociales. Pero
Leopoldo López, Freddy Guevara y los profesores universitarios que colocan
mensajes de guerra en Facebook son más que tarajallos para seguir con esas
vainas.
Y dejo constancia de que no soy un pacifista a ultranza, y
me perdonan. Que no le estafo el derecho de rebelión a los oprimidos. Pero, a
menos que uno sea un irresponsable, se apela a la violencia solo cuando se
demuestra su pertinencia y su absoluta necesidad. Por ejemplo, para “romper las
cadenas que nos ataban al Imperio español”, o para enfrentar al “Amigo del
Norte” si pretendiera invadir nuestras tierras patrias.
Caso típico para rechazar la violencia es el actual: ninguna
de las partes puede aniquilar a la otra. Ni el gobierno puede disolver la
Asamblea porque le dé la gana sin violar la Constitución, ejecutar un golpe de
estado y abrir las puertas de la violencia. Ni la Oposición puede derrocar al
presidente y acabar con el chavismo, por más empeño de sangre que le ponga.
Cuando una de las partes cree que puede destruir a la otra no dialoga, guerrea.
Esa es la razón determinante para apoyar el diálogo: que la
alternativa es la violencia sin sentido y sin futuro. Lo demás, que si las
instituciones o nuestro amor por la paz, son adornos.
Otro sí. Un viejo truco para sabotear el diálogo aparentando
estar de acuerdo es pedir al contrario que se rinda antes de sentarse a
negociar. Así hacen los que exigen “condiciones” para asistir a la mesa de
diálogo. Los opositores que no irán a dialogar si antes el gobierno no suelta a
los “presos políticos” y llama al Revocatorio; igual sería si el gobierno
pusiera como condición para negociar que la Oposición retirara el pedido de
Revocatorio y aceptara la decisión de los tribunales sobre los “presos
políticos”. Precisamente esos son temas a discutir.
Cierto, los diálogos como estos, dentro de una correlación
política compleja, se ganan o se pierden en gran parte fuera del mismo diálogo, en el entorno. Por ejemplo, convenciendo a
terceros (casi siempre pacifistas y enemigos de las reyertas, para eso son
terceros) que uno quiere dialogar pero la otra parte no. El gobierno fue el
menos torpe en este terreno. O hubo una división del trabajo, porque Diosdado
Cabello bombardeó bastante el diálogo y aun funge de provocador constante. Además
el gobierno tiene con qué golpear (la suspensión de la recolección de firmas) mientras
llama al diálogo. La Oposición se ha debilitado y solo pudo responder a lo de las
firmas con esa teatral sesión de la Asamblea aprobando una retahíla de
“medidas” o “acciones” (uno no sabe): que si la nacionalidad de Maduro, o la
declaración de abandono del cargo.
La Oposición ha sido coherentemente torpe para encarar el
diálogo. Una parte de la ella no lo quiere, y jura, aunque no lo diga, que el
asunto se resuelve con sangre. Mientras otra parte, así no comparta los anhelos
sanguinarios, calla por temor al público opositor vampiresco. Una Oposición tan
dividida y con un desubicado como Capriles adentro tiene que ser fuente de
incoherencia, como esa de pedir la mediación del Vaticano y estar a punto de
carrear al enviado.
De frustrarse el diálogo, todos querrán endilgarle la culpa
al otro por el fracaso; menos mal que no es una rifa, porque de serlo la
Oposición tiene casi todos los números comprados.
Otro aspecto es cómo afecta el paso del tiempo: ¿quién se
debilita mientras se negocia? Nadie lo sabe con seguridad, pero ambas partes
juran que es la otra. El gobierno subestima la profundidad de la crisis
económica y el malestar reinante. La Oposición sobrevalora su capacidad de
arrastre y su incidencia sobre los descontentos (y la influencia de la Casa
Blanca). Malas cuentas que no ayudan al éxito del diálogo. Y que incitan a que
los negociadores ensimismados monologuen para sus respectivos fans. Se requiere
un diálogo más inclusivo.
Domingo 6/11/2016. Aporrea.
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