Orlando Zabaleta.
No soy de los que se hacen cruces contra la “polarización”
en general, y menos con el discursito de que antes éramos hermanos y ahora
peleamos mucho. Socialmente hemos estado divididos desde la colonia, pero
siempre se han gastado toneladas de saliva, papel y tinta, y años acumulados de
radio y televisión, para que los pobres no se dieran cuenta de que estaban
relegados. Y si alguien hacía notar la escisión lo llaman “resentido”; así como
el Ku Klux Klan consideraba resentido al ex esclavo que no amaba a su antiguo
amo ni a su capataz azotador. Esa es la polarización social. Innata en el
sistema. Más inevitable que la muerte y los impuestos.
Ah, pero la polarización
política es otra cosa cuando solo expresa lo social parcialmente y se contamina con intereses de grupos
dirigentes y de sectores con influencia. Es una polarización emponzoñada. Sobre
todo cuando apela al miedo y no a las razones. Cuando echa a un lado las ideas
y los entes polarizados (militantes o televidentes) solo tienen un criterio de
valoración para cualquier hecho, argumento o persona: si está de un lado o del
otro. O sea, cuando los polarizados donan su cerebro a la “causa”; es decir,
dejan de pensar.
Aclaro: no soy de los confundidos que exigen (y peor aún:
creen practicar) la “imparcialidad” y la “desideologización”. La “supresión” de
las ideologías es una de las ideologías más primitivas que se pueda concebir.
El que no asume su “ideología” lo hace por ignorancia: desconoce de cuáles
pensadores y de cuáles ideas es fiel esclavo.
Cuando el ultrapolarizado entrega su autonomía mental, los
jefes pueden hacer todas las cabriolas imaginables, sostener una posición hoy y
mañana la contraria, sin verse obligados a dar explicaciones. Por ejemplo:
llamarse democrático y propiciar un golpe de estado, o propagar la salvación
del planeta y entregar territorios inmensos a una codiciosa transnacional
minera.
El ambiente social se enturbia. Es pura niebla. Se escucha
cualquier barbaridad. Y, claro, se hace cualquier barbaridad. No es tiempo de
distinciones, y todos los gatos son pardos.
Los jefes opositores, por pura viveza, denuncian a la
“dictadura”. No confío en la capacidad intelectual de los que repiten eso de la
“dictadura”; y el argumento me parece inmoral precisamente porque he tenido y
tengo amigos y conocidos que sí han sufrido en carne propia los rigores de las
dictaduras. Y porque sospecho que los que tan cómodamente denuncian a la
“dictadura” a los cuatro vientos no serían capaces de enfrentar a la SN, ni a Pinochet
ni a Videla.
Uno de los efectos más viles de la polarización política es
la caza de brujas. Desde la bajeza de agredir al contrario en su casa, en
restaurantes o aeropuertos, hasta la agresión física de cobardes turbas con
ánimo de exterminio. Como no confundo una voz engolada con capacidad mental no
me asombró la incitación genocida de locutores que fungen de analistas
políticos.
Y del otro lado, desde una supuesta postura de “izquierda”,
han arrancado su propia cacería de brujas contra la Fiscal de la República.
Basta con llamarla “traidora”. Puros adjetivos, que lo sustantivo no se toca.
Permítanme tratar de lo sustantivo. Hay que colocarse en una
postura “civilizatoria”. Es necesario respetar y defender el debido proceso.
Digo, para que no seamos bárbaros. Que no se puede luchar contra la barbarie
con otra barbarie. Hay mil ejemplos históricos. El más cercano es la OLP que se
dedicó a violar los derechos humanos más elementales y solo logró aumentar los
índices de criminalidad y violencia, ahora acompañados de los abusos más
espeluznantes. Es popular en muchos sectores de clase media eso de acabar con
el hampa asesinando: es parte de nuestro atraso.
El argumento reaccionario de que el respeto al debido
proceso aumenta la impunidad debería dar vergüenza. Siempre hemos dicho, los
civilizados, que necesitamos mejores policías, mejores fiscales y mejores
jueces, para luchar contra la impunidad, que hagan bien su trabajo. No que
hagan trampas y cometan delitos para enfrentar los delitos. Son conocidas las
deficiencias que hemos tenido en esos aspectos. ¿Y ahora resulta que la
impunidad se debe al debido proceso? ¡Por Dios!
Claro que la Oposición, irresponsable, no se deslinda de los
malandros que atacan CDI, Oficinas públicas, y que saquean a diestra y siniestra.
Que asquea que esos delincuentes sean tratados como “luchadores por la
libertad”. Y que deben ser castigados. Pero castigados según el ordenamiento
legal. Porque la actuación de los encargados de resguardar el orden público
debe ser conforme a las leyes. Y sus abusos también deben ser castigados.
La Fiscal no está de acuerdo con la Constituyente. Y tiene
derecho a tener su opinión. Diría que estamos ante el simplismo histórico de
una “izquierda” que vive en bipolaridad: Si no estás con la Constituyente eres
traidor. Pero eso sólo una arista del problema. Porque hay muchísimo más de
postura de derecha en esa dicotomía. Aquí hay personeros a quienes uno escucha
hablar diez minutos y queda clarito que son de derecha, pero como están con la
Constituyente, y han apoyado al gobierno en todos y cada uno de sus posturas y
virajes, hay que creer que son de izquierda. Así estén orgullosos de honrar a
los financistas capitalistas pagándoles más de 60 mil millones de dólares
mientras los pobres sufren la crisis a diario. Así confundan subsidio con
socialismo. Y que conste que del lado del “chavismo crítico” también hay
bastante gente de derecha. ¿Es que no pueden distinguir los discursos? No, tristemente,
no pueden.
Aunque nos haga mucha falta, no tenemos cultura de las
instituciones. Es un fenómeno viejo. Recuerden a los ricos banqueros que
quebraron sus bancos, y a los gerentes de empresas públicas que lejos de
producir vivían, y viven, del erario nacional. Nadie considera importante la
institución a la cual representa, ni se cuida de cumplir sus objetivos. Y
piensa que la Fiscal no tiene derecho de defender y ejecutar las funciones de
la Fiscalía. Después se asombran del descrédito de las instituciones, ese
peligroso descrédito que pone en peligro a la república.
La campaña contra la Fiscal, nadie puede dudarlo, está
orquestada. Y cada quien quiere tocar su instrumento como puede, lanzar sus
desafinadas notas.
Lo único que se me ocurre pensar de la Fiscal, a quien no
conozco, es que es valiente. Y dejo estas palabras en señal de que no formo
parte de crucifixiones.
PD: A los amigos,
cuya buena fe no pongo en duda, que me llaman para ver si mis posiciones son
revolucionarias, y me repiten el manojo de consignas oficiales, les reitero que
precisamente porque soy de izquierda respondo así. Y que he sido muy paciente
en responderles, les he argumentado. Y argumentarle a alguien es mi forma de
demostrar respeto por su capacidad de raciocinio, es apostar a su razón.
Sábado, 27/05/2017. Aporrea.
Sábado, 27/05/2017. Aporrea.
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