Mi artículo “Con el partido de los trabajadores o con los
trabajadores del partido” trajo roncha. El dirigente político y sindical
Orlando Chirino se creyó ofendido por ese texto y envió una réplica que, como
es justo, fue publicada en Notitarde. En el artículo de marras (pueden buscarlo
por Internet) me refería a un conflicto obrero acaecido por los 80.
Curiosamente, Chirino, en su réplica, evade lo sustancial: (1)
en asamblea de trabajadores los dirigentes sindicales propusieron la toma de la fábrica para profundizar
el conflicto; (2) yo me opuse a esa locura porque fracasaría, permitiría a la
patronal aumentar los despidos y justificarlos ante la Inspectoría, y nos llevaría a la derrota; (3) Chirino
en conversación aparte me dio la razón
y argumentó que la asamblea, con menos del 50% de los trabajadores presentes (muchos
de los cuales tenían calificación de despido) no tenía representatividad para aprobar
esa medida; (4) desesperado por evitar la desacertada decisión, le pedí a Chirino que interviniera en
la asamblea repitiendo lo que me decía, porque su peso entre los trabajadores, válidamente
adquirido por sus luchas sindicales y políticas, era grande; (5) Chirino me
respondió que la Dirección del PST había aprobado la toma de fábrica el día
anterior y que él, como militante disciplinado, no podía hablar públicamente contra la línea del partido. (6) Entonces
le planteé que debía elegir entre el partido de los trabajadores o los
trabajadores del partido. Esos son los hechos escuetos.
Para terminar el cuento: el lunes siguiente los compañeros
de la Junta Sindical con calificación de despido fuerzan la entrada a la
empresa con el primer turno. Pero la toma fracasa en menos de una hora, los trabajadores no secundaron la acción.
En su alegato Chirino no niega ni uno solo de estos hechos.
Creo que no es hombre capaz de negarlos (“Piensa que los otros son justos o lo
serán, y si no es así, no es tuyo el error”, decía Borges). Pero los elude (o sea,
elude al artículo) y se centra en mis “ocultas” motivaciones, la “razón real”
por la que escribí el artículo. El gran enigma a descifrar para él. Aunque
muchos lectores entendieron fácilmente que era un mensaje para los militantes y
cuadros medios honestos del PSUV, que tienen confundido el sentido de la
lealtad. Está, pues, “aclarado el misterio”.
El PSUV, he dicho otras veces, es un partido colonizado por
el Estado desde su nacimiento. No me preocupa, como sospecha Chirino, que mis
“co-partidarios” me descalifiquen. Lo que sí me preocupa es que la derecha me
aplauda. Que salga la Cámara de Comercio o Ramos Allup a ponderar un artículo
mío sí sería traumático. Repetiría a Bebel: ¿Qué he dicho que la canalla me
aplaude? Y revisaría lo escrito, algo debe estar mal en las ideas o en la redacción.
Las otras hipótesis de Chirinos para resolver el misterio que inventó son pueriles. Que
si propago el anti-partidismo, esa moda insidiosa del pensamiento neoliberal y
tecnocrático. Aunque sí creo que los partidos deben abandonar la vieja
tradición verticalista, desarrollar a fondo su democracia interna, y, además, asumir
que ya no tienen el monopolio de la política. Menos tengo interés en destruir
al PSL, el actual partido de Chirino. No me pasó por la mente ese partido
cuando escribí el artículo (la verdad, lo confieso, es que pienso muy poco en
el PSL). Y la acusación de cuestionar la democracia obrera es tan gratuita que
me hizo sospechar que Chirino había leído otro artículo distinto al mío.
Chirino abandonó el PST años antes de que ese partido dejara
de existir, desconozco sus razones. Pero lo juzgo por sus posturas generales,
no porque esté de acuerdo conmigo o no. Según lo que sé de ellas lo considero
un hombre de izquierda. No entiendo por qué se sintió atacado, y menos por qué
especuló tanto y con tan poco sentido.
La diferencia real entre nosotros es una diferencia de
visiones. Que parte del balance de la historia de la izquierda venezolana y
mundial, y continúa en el balance de estas últimas décadas. Pero ese sí es un
tema serio.
Domingo 12/06/2016. Notitarde, Lectura Tangente
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