Además del golpe militar, hay otras vías tradicionales para
tomar el poder sin votos ni apoyo popular.
Una es el putchismo,
cuando un movimiento con fuerza paramilitar cree que la toma de algún edificio
simbólico y la detención de algunas autoridades son suficientes para dominar la
situación. El famoso “Putsch de
Múnich” que ejecutó Adolfo Hitler con sus tropas de asalto arrancó en una
cervecería, fracasó en 2 días y dejó 14 muertos. Hitler terminó en la cárcel,
donde al menos pudo escribir “Mi Lucha”. “La Salida” de Leopoldo López y la
ultraderecha fue una muestra de putchismo
tropical: los paramilitares en su mayoría eran prestados por el uribismo, dejó
43 muertos, y Leopoldo ni asumió la responsabilidad ni tampoco escribe, que
sepamos, ningún libro.
La izquierda también cae en eso de ignorar a la gente para
tomar el poder. En el siglo XIX se llamó “blanquismo”, por un revolucionario
francés, Blanqui, que propugnaba crear un pequeño grupo bien organizado para asaltar
el poder en un momento dado. Eso produce una “cultura conspirativa”, que todo lo
apuesta a la eficacia del complot.
En los 60 el blanquismo renació en forma de foquismo
latinoamericano, instituido a partir de una mala exégesis del triunfo de la
revolución cubana (12 hombres subieron a la montaña…) aderezada con la teoría
de vanguardia “leninista” y mucho de cristianismo. El foco electrizaría a las
masas y llevaría al derrumbe del orden.
Otra vía de acceso rápido al poder puede ser la insurrección
urbana. La lucha de barricadas se popularizó en las ciudades europeas en el
siglo XIX. Las poblaciones urbanas post revolución industrial buscaban participación
política, que el liberalismo nunca ha sido sinónimo de democracia. El mecanismo
de las barricadas era resistir a las fuerzas del orden en las calles; y como
quiera que los miembros del ejército provienen de sectores populares y medios,
la idea era que, vía fuerza moral, los insurrectos hicieran dudar y dividieran
a los defensores del orden, un orden cuya fuerza y estabilidad se pondrían en
duda tras varios días de barricadas.
A finales del siglo XIX, el viejo Engels aseguraba que ya
había pasado la época de las barricadas, esencialmente porque la burguesía y
los sectores medios ya no aprobaban esa forma de lucha, y solo quedaba tras las
barricadas el sector urbano más pobre. La barricada había perdido así su fuerza
moral, ya que los represores directos no tendían a identificarse con los que protestaban.
Los movimientos urbanos del siglo XXI (“primaveras” árabes o
grandes protestas urbanas) no son lucha de barricadas, sino “sentadas” (para
utilizar la expresión de los 70) que tienen efectividad según el agotamiento
político de un régimen, y que se basan en la incapacidad, preexistente o
producida, del gobierno para reprimir. Es fácil constatar que las
insurrecciones urbanas, desde el siglo XIX hasta el XXI, no llevan al poder a
quienes las asumen, sino a un sector que las aprovechan.
Nuevas formas de tomar el poder sin apoyo popular se han presentado
en América Latina: los golpes parlamentarios Temer es presidente de Brasil sin tener votos ni
para presidente de condominio.
Sigue siendo válido que se puede tomar el poder CON el
Ejército o SIN el Ejército (neutralizándolo). Nunca CONTRA el Ejército. Una
fuerza armada sin grietas no puede ser enfrentada, además su solidez expresa
que el orden cuenta con apoyo social.
La Oposición realizó un golpe de estado en 2002 (cuando
tenía generales), e insistió en el 2003 en esa vía, cada día más foquista. Ahora
parece que, al fin, entendió que es difícil dar golpes de Estado sin contar con
la FA. Que no basta con el entusiasmo de ex presidentes de la Derecha
internacional ni los exhortos de generales gringos para tumbar un gobierno.
En 2004, (¿lo recuerdan?) Ramos Allup declaraba que apenas ganaran
el referendo contra Chávez y llegaran al poder eliminarían de la Constitución
el mecanismo del revocatorio “porque ya habrá cumplido su función”. ¿Qué
cambió? Que la Oposición entendió al menos que está compelida a actuar dentro
de la Constitución, o, más preciso, a utilizarla (en parte a ello debemos un 1S
sin muertos).
Sábado 3/09/2016. Aporrea.
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