Muchos venezolanos estábamos sospechando que el Directorio
del Banco Central de Venezuela, incluyendo a su presidente Merentes, hacía
tiempo que se habían ido del país. O, al menos, que se sentían jubilados de sus
funciones.
No solo por los datos que no publican (y que deberían
publicar), sino por las miles de dificultades que causa el hecho de que se
necesiten al menos cinco billetes de la “más alta denominación” (es decir,
billetes de 100 Bs.) para comprarse un café marrón grande en la panadería de la
esquina. O sea: problemas como bancos con necesidades de efectivo, cajeros
vacíos a cada rato, comercios haciendo negocio con los “adelantos” de efectivo,
etc., etc. Hay que vivir fuera del país para no enterarse de este zafarrancho.
Los rumores hablaban de unos nuevos billetes que saldrían en
diciembre. Fuentes anónimas vinculadas al BCV eran citadas por los periodistas.
Pero el Directorio seguía mudo: ni confirmaba ni negaba esas especies, por lo
cual seguían siendo rumores.
Sin billetes, por supuesto, la crisis de los pagos
electrónicos del pasado 2 de noviembre tuvo mayores efectos en una economía que
anda sedienta de efectivo hasta para esos pagos que, bueno, todavía habría que
llamar “menores”. El botellón de agua potable, la bombona de gas, el pan de
trigo, el litro de leche, etc., valen varios billetes de altísima denominación.
Entonces el BCV se decidió a hablar al fin. Un comunicado
informa que sí es verdad lo que expresaban los diarios, que se esperan billetes
de mayor denominación, “nuevos”, para el 15 de diciembre. Y aprovecha el BCV
para publicar un nuevo aumento de las tarifas bancarias.
Entonces aparece, al fin, Merentes, el propio, el presidente
del Banco Central de Venezuela y nos presenta los diseños de nuevos billetes
que se sumarán al cono actual. O nos re-presenta, porque son los mismos diseños
actuales con los números cambiados. La razón (o excusa) para no presentar
diseños nuevos no es que estén retrasados en el proceso, sino que esos diseños
recibieron un premio hará 8 años.
Y el presidente del BCV, de cuyas palabras están pendientes
millones de adultos de todo el país, decide que mejor les habla a los niños. Y
empieza a contar el significado y las historias de las figuras que aparecen en los
billetes. Comienza con Miranda, dónde estuvo, que hizo, que gran biblioteca
tenía, y pasa por todos, que si Negro Primero, Simón Rodríguez, Guaicapuro,
Luisa Cáceres de Arismendi. Y tampoco olvida a la tonina, al oso, a la tortuga
que aparecen en los billetes.
La cosa es más incomprensible (y hasta grotesca)
precisamente porque los diseños no son nuevos, son viejos para los venezolanos.
Y porque el trasfondo del problema del cono monetario nos sigue acogotando.
Señor Merentes, los adultos hubiéramos apreciado que nos
explicara la razón del inmenso retraso para enfrentar el problema. Para ser
franco, a mí no se me ocurre ninguna buena excusa, y por lo que veo a usted
tampoco. Pero también los adultos esperábamos un cronograma sobre la entrada en
circulación de esos billetes. Sólo nos dejó claro que el 15 entraría el billete
de 500, y “luego” el de 5.000, y más tarde los otros. Se le hubiera agradecido
mucho un cronograma, no vaya a ser que tengamos el de 500 (porque ya llegó al
país) el 15, y el “luego” se convierta en “veremos”, que eso ha pasado mucho.
El problema del cono monetario inadecuado es un problema que
no teníamos que sufrir. Una cosa es que se desplome el precio del petróleo, y
es poco lo que podemos hacer contra eso. Y otra cosa es la falta de previsión o
(si se previó) de acción. Le recomiendo que no construya una súper-comisión con
doctores en economía y matemáticas para monitorear la vigencia del cono
monetario, simplemente esté pendiente del costo de un café grande y cuando el
café valga la quinta parte del billete de mayor denominación declárese en
emergencia y salga a resolver el problema. Es más simple.
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