Orlando Zabaleta
Entre diciembre de 2001 y comienzos de 2002 me dijeron que
era mentira lo que denunciaba Chávez sobre una conspiración para dar un golpe
de estado. Y YO LO CREÍ.
Dieron el golpe, y un grupito de militares y empresarios
montó a Carmona, pero me aseguraron que todo el país estaba contentísimo con
Carmona, que tenía todo el apoyo mediático, político, militar, económico, religioso.
Que nadie podía tumbar a ese hombre. Y YO LO CREÍ.
Me aseguraron que Chávez había renunciado y hasta leyeron, aunque
nunca la mostraron, la carta de renuncia por la televisión. Y YO LO CREÍ.
El 13 de abril salió un gentío a la calle a reclamar a
Chávez, yo no me pude enterar en el momento porque estaba viendo televisión. Por
teléfono me confirmaron que Carmona continuaba de presidente y que todo estaba
tranquilo, tan tranquilo que en la TV presentaban comiquitas, El Libro de la
Selva y Tom y Jerry. Y YO LO CREÍ.
Meses más tarde me dijeron que prácticamente Chávez estaba
caído, que nadie lo quería, y que bastaba con una sola semana de sabotear PDVSA
para que el régimen cayera. Que apoyara, o me calara, el paro. Y YO LO CREÍ.
Me emocionaron con que “El paro pica y se extiende”,
mientras yo hacía colas de 24 horas para la gasolina, y colas en el banco que
abría medio tiempo, aunque los intereses de la tarjeta me los cobraba a tiempo
completo. Y YO LO CREÍ.
Me asustaron mucho porque juraron que el gobierno me iba a
quitar a mis hijos. Que ya los decretos y leyes estaban listos para arrebatarnos
los niños a todos los venezolanos. Y YO LO CREÍ.
Me explicaron que el paro se flexibilizó, pero que
continuaba.
Cuando el referéndum me aseguraron que todos odiaban a
Chávez, que barreríamos en el revocatorio, aunque todas las encuestas pronosticaban
lo contrario. Y YO LO CREÍ.
Cuando perdimos, me dijeron que hubo fraude en el
referéndum, Y YO LO CREÍ, aunque años después, el mismo que lo dijo ante las
cámaras y prometió las pruebas “para mañana”, Ramos Allup, se sacude el bulto y
aduce que los demás lo obligaron a decirlo.
Me explicaron que Carter es chavista, porque lo compraron
con no sé cuántos millones de dólares y que, evidentemente, la elección manual
es más rápida que la automatizada. Y YO LO CREÍ.
En el 2006, me aseguraron de nuevo que ganaríamos.
Absolutamente seguro esta vez, que el gobierno estaba chorreado; y algunos jefes
del oficialismo ya habían salido del país o estaban en embajadas. Y YO LO CREÍ.
Me repitieron que perdería la casa, que me quitarían los
hijos, que hasta le expropiarían la carnicería al carnicero de la esquina. Todos
estos años, todos los días, El Nacional, El Universal, Globovisión denunciaban al
régimen y repetían que en Venezuela no existía Libertad de Expresión. Y YO LO
CREÍ.
Me explicaron que Venezuela está aislada del “concierto
mundial”. Que nadie nos quiere tratar, que nuestro país es un paria
internacional, aunque Chávez cree la Unasur y la CELAC, y entre en Mercosur. Y
YO LO CREÍ.
Me contaron que Chávez no estaba enfermo realmente. Que todo
era un truco para ganar adeptos por la vía de la lástima. Y YO LO CREÍ.
En las presidenciales me dijeron que Capriles ganaría las
elecciones. Y luego que ganaríamos la mayoría de las gobernaciones. Y YO LO
CREÍ.
En las últimas presidenciales, me juraron por su madre que
esta vez sí ganaríamos. Luego me dicen que habíamos ganado, pero que no nos
reconocían el triunfo. Me revelaron que si se abrían la minoría de cajas que no
se auditaron, con esas ganaríamos, precisamente en las cajas que por sorteo
entre los miembros de mesa de cada centro no se auditaron estaba nuestra
victoria. Me cruzó por la mente que me habían visto cara de pendejo, pero YO LO
CREÍ.
Con el decreto del Gran Jefe, informaron que los chavistas
estaban chorreaos, que el aislamiento de Venezuela era casi total y que Obama
les daría una pela en la Cumbre, aunque los únicos en América que no rechazaron
el decreto prácticamente éramos Canadá y yo.
A veces siento que tengo un borrador en la cabeza, que mis
brazos son de madera y mis huesos de grafito. ¿Será que me estoy convirtiendo
en UN CREYÓN?
--
Cuando Gregorio Samsa despertó una mañana tras un sueño
inquieto, se encontró en su cama convertido en un horrible híbrido, mitad
humano y mitad lápiz. Casi inmovilizado logró voltear con mucho esfuerzo el
cuello para verse en el espejo. La cara estaba metalizada y la cabellera se
había vuelto un borrador. Brazos y piernas estaban pegados al cuerpo y parecían
de madera. Los pies se habían vuelto negros y puntiagudos, como de grafito. Gregorio
Samsa se había convertido en un creyón. No era un sueño.Domingo, 19/04/2015. Lectura Tangente, Notitarde
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