Orlando Zabaleta.
Desde la antigüedad se conoce el fenómeno de los que, aún
sabiéndolo, caminan sin pausa hacia el abismo. Edipo era el ejemplo clásico,
porque todo lo que se hizo desde que nació para evitar la nefasta profecía del
oráculo de que mataría a su padre conllevó precisamente a cumplirla. Edipo encarnó la lucha del
hombre contra el hado inevitable del destino.
No es cosa de clásicos ni de épocas pasadas. Que muchos
casos similares hemos visto, y acaso todos alguna vez enfrentamos la tensión
con algún rasgo fatídico que tenaz nos persigue. Sea un amor o un enemigo.
Se supondría que en la política no es posible una situación
similar. Que la política se la echa de racional. Eso de estar en la vía al
precipicio, saberlo y continuar en ella, no sería, para nada, una acción
aceptable para un político de nivel. Pero hay ejemplos en contra, como arroz.
Cuando el referéndum, no sólo las encuestadoras sabían que
Chávez ganaría, lo sabían los mismos jefes de la autollamada Coordinadora
Democrática. Pero, no podían ya salirse del camino, no podían detener el
referéndum que ellos habían pedido. Tenían que seguir el camino de Edipo, ir con
los ojos abiertos a la derrota; trágicamente, digo, para los políticos. Porque los metidos a
tales, como Granier y Ravell, que irresponsablemente propagaban que ganaría la Oposición, no tenían partido
ni tenían que rendir cuentas a nadie. Pero los políticos, los políticos que sin
seguidores no son nada, no pensaron en nada, no se prepararon para la muerte
anunciada del referéndum, así que, en medio de las idas y venidas de esa
madrugada, decidieron cantar fraude tan irresponsablemente como Granier y
Ravell.
Ahora, ¿qué pensaban la dirección del gobierno y del PSUV en
las semanas anteriores al 6D? ¿Qué discutieron? Descarto que no supieran que
iban directo a la derrota, porque las encuestas estaban allí, y todas eran de
malos presagios, más poderosas que el Oráculo de Delfos. A esos altos niveles
no se puede vivir de ilusiones ni de cantos de consignas.
¿Decidieron, entonces, enfrentar los adversos resultados continuando con el alegato de la “guerra
económica”, tal como lo expresó Maduro en su primera alocución post 6D? Pues, mala
decisión.
El mal escudo
La “guerra económica” es un escudo endeble. Primero porque
solo sirve para desconocer la crisis y sus posibles desarrollos. Así que genera
todo tipo de acciones limitadas, incoherentes, algunas imposibles, y todas
enfocadas en los efectos de la crisis. Nada que ver con sus causas.
Pero, segundo, los mismos resultados electorales demuestran que la mayoría de los venezolanos
no creen que la culpa sea de la “guerra económica”. Y los descreídos no son solo
los que votaron por la Oposición. Muchos votamos por el GPP a pesar de que rechazamos
que esa guerra fue la que nos trajo aquí. O sea, esa explicación ni siquiera
convence a buena parte del chavismo. Es un argumento agotado, que se agotará
más día tras día y cola tras cola.
Y, tercero, lo más importante: de continuar el gobierno
agarrando al toro por el rabo, y no por los cachos, la situación económica
empeorará sin control de nadie, que es la peor forma de empeorar. Ya el
petróleo bajó de los 30 dólares. La inflación va a aumentar, y el déficit
también. Y paremos de contar, que ya viene la Navidad.
El chavismo hizo mal en comprarle a la derecha eso de que la
realidad mediática mata a la realidad pedestre. Si el BCV no da cifras de
inflación, la inflación no desaparece y
se conjeturan cifras mayores y peores. Los eventos y las declaraciones
tampoco desaparecen la crisis. Mediáticamente el chavismo ganó la campaña
electoral, pero la Oposición sacó más votos. Hay otro mundo además del virtual.
La oportunidad
El 2016 será fundamental para el proceso revolucionario. O
el gobierno enfrenta la crisis o la crisis matará al proceso. El gobierno debe dejar
de hablar de “guerra económica”, asumir sus errores y empezar a enfrentar la
situación.
El debate que arrancó, tanto de parte de analistas como de
muchos grupos populares, ha aportado elementos para ir dibujando un plan. El
presidente Maduro debe asumir que necesitamos un fuerte cambio de rumbo, un
poderoso “golpe de timón”. No mediático, real.
Domingo 20/12/2015. Lectura Tangente, Notitarde.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario