Orlando Zabaleta.
En el chavismo, no sé si lo han notado, hay gente de izquierda y gente de derecha (que no todos los de derecha se fueron con Miquilena y con los saltatalanqueras). Y pretendidos Ni-ni. Y hasta gente de nada: de nada en la cabeza y, a veces, mucho en los bolsillos.
Si se utiliza la palabra “socialismo” en todo, hasta en una
arepera, es fácil que los límites teóricos, políticos, sociales, nunca se precisen.
Si repetir consignas es el parámetro para medir la calidad revolucionaria es
lógico que eso suceda.
No nos metamos, por ahora, en el rollo de que “Izquierda” y
“Derecha” han tenido dentro de sí y desde siempre diversos matices que llegan a
abismos. O sea, que hay izquierdas e izquierdas, y derechas y derechas. Máxime
cuando los últimos quince años del siglo XX movieron todo el espectro político
hacia la derecha: Socialdemócratas de la libre competencia como Menen y Carlos
Andrés II pulularon, y hasta Petkoff le descubrió las virtudes que nunca le
había visto a la “flexibilización” de las relaciones de trabajo.
He colocado en mi blog (http://escritos-con-la-zurda.blogspot.com/),
en la sección “Textos en proceso”, algunos cortos ensayos sobre la Izquierda en
Venezuela y su relación con la teoría. Pero permítanme eludir aquí ese debate y
utilizar distinciones básicas e intuitivas.
En América Latina, luego de la Revolución Cubana, ser de
izquierda está vinculado a una opción anticapitalista. No estamos en la Europa
post-90, donde tildan de “izquierdista” hasta a los que apenas plantean que el
Estado garantice la salud pública.
También asumo que ser de izquierda es tomar partido por los
trabajadores y los sectores pobres (a mí eso de ser imparcial nunca me ha
cuadrado, y los que consideran la “imparcialidad” una virtud, esos que se dan
golpes en el pecho como “imparciales”, en realidad son parcializados del orden
social existente, son parcializados de la burguesía y de sus valores, pero, qué
triste, ni siquiera lo saben). Ser de izquierda es asumir a los explotados y
olvidados como actores conscientes de la lucha por un futuro mejor. Es decir,
barajo lástima, eso de “pobrecitos” los pobres, y esas variedades de
filantropía cristiana y burguesa, usualmente asquerosa, que vemos por allí.
Hay, pues, muchos chavistas que son de derecha y ni se han
enterado. Otros, más sinvergüenzas, hará tiempo que se enteraron. En épocas
como esta, de crisis, y sobre todo de errores de parámetros, ese menjurje se
vuelve más peligroso.
El soberbio que se autocalifica como “líder” y cree que la
democracia es una declaración formal y que eliminando las limitaciones
democráticas y legales estaríamos mejor; que es insensible ante el hambre y la
falta de medicamentos que lacera a los sectores populares, que jura que podemos
calmar a la gente “regalando” algunas cosas (taxis, por ejemplo). Que un día
apoya al ministro que dice que no hay inflación y que los empresarios son unos
especuladores, y al día siguiente al nuevo ministro que se reúne con
empresarios y aprueba los aumentos de precios. Que aplaudió el Quinto Objetivo
del Plan de la Patria, Salvar el Planeta, y rechazó a las transnacionales de la
minería de extracción a cielo abierto, por estar destruyendo nuestro
hogar-mundo y defendió los derechos indígenas sobre sus tierras ancestrales; y
un mes después apoya el Decreto sobre el Arco Minero. Bueno, para mí un tipo
así es de derecha, incurablemente, lo sepa él mismo o no. Y no deja de ser de
derecha porque repita a cada rato “Chávez vive y la lucha sigue”, y con mucha
gracia y constancia hable del “presidente obrero”.
Esos tipos de derecha algún día descubren lo que son, y
aparecen “sorpresivamente” en el Norte echando pestes del proceso bolivariano,
no importa si fueron alguna vez generales cinco estrellas o jueces del TSJ o
poderosos ministros. Y la culpa no es de ellos, sino del que les da el garrote.
El chavismo debe diferenciar claramente entre izquierda y
derecha. Y dejar de creer que nada más porque critiquen o ronroneen, todos los
gatos son pardos.
Esos juicios simplones, que dividen a todos entre traidores
y leales, dicen mucho de la ceguera del juez y nada del carácter del enjuiciado.Sábado 30/07/2016. Aporrea.
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