domingo, 31 de enero de 2016

Control de cambio y fugas de capitales

Orlando Zabaleta.


Hay quien cree que en Venezuela tradicionalmente ha sido el mercado el que ha fijado el precio del dólar. Y jura que el control de cambio ha sido una medida excepcional, promovida por las crisis y los presidentes malucos. Pero la historia es exactamente al revés.
“Control de cambio” es que el gobierno fije la tasa de cambio de la moneda nacional con respecto a las monedas internacionales. Oído al tambor, pues.
En 1929 Juan Vicente Gómez estableció la tasa en 3,90 bolívares por dólar. Nadie, ni el mercado, chistó. En 1937, López Contreras revaluó el bolívar y fijó el precio del dólar en 3,35 Bs. Así se mantuvo por 24 años hasta que Betancourt lo devaluó a 4,30 en 1961 (la gente chistó y protestó, pero en vano). Este dólar a 4,30 perduró 22 años hasta 1983. La tasa de cambio, pues, la establecieron durante estos 54 años Gómez, López Contreras y Betancourt, con simples decretos. Eso se llama control de cambio. ¿O no?
La devaluación de Betancourt fue la respuesta a la gran fuga de capitales que había arrancado en el 57. Resulta que las vivarachas compañías petroleras bajaron el precio del crudo, pero no el de los derivados del petróleo; así pagaban menos impuestos y royalties a los países productores, y aumentaban sus ganancias globales vendiendo aceite y gasolina. La merma de dólares generó la recesión. Y como no hay nada más cobarde que el capital, nuestra burguesía puso sus haberes a guarecerse en el Norte. Betancourt, además, enfrentó la crisis rebajándoles los sueldos y salarios a los empleados públicos. Todavía no se usaba la palabra “paquetazo” para este tipo de política, pero Betancourt fue un pionero.
Los países europeos fijaban sus tasas de cambio a su leal saber y entender. Hasta los 80 a nadie se le había ocurrido eso de que fuera el “mercado” el que las fijara. Y hasta los 90 a nadie le había pasado por la mente que el control de cambio fuera una medida “comunista”.
Así, pues, la cacareada estabilidad cambiaria anterior al Viernes Negro no la produjo el mercado.
La fuga de capitales previa al Viernes Negro dejó chiquita a la fuga del 60. A finales del 82 era evidente que las reservas internacionales del país no aguantarían la sangría de dólares de los meses siguientes.
La diferencia del control de cambio post Viernes Negro fue que esta vez no sólo se controlaba el precio del dólar, sino también, por primera vez, la cantidad de dólares a vender. Ya no se podía dar dólares, ni siquiera devaluados, a todo el que tuviera los bolívares para comprarlos.
Luis Herrera instauró el primer sistema diferencial cambiario (más de una tasa de cambio). El dólar “preferencial” (mantenido a 4,30) para las importaciones esenciales y para el pago de la deuda pública y privada; y otro dólar para importaciones no esenciales. La burguesía consideró punto de honor el reconocimiento de su deuda a 4,30; siguiendo con su tradición de que las ganancias son privadas y capitalistas, pero las pérdidas son públicas y se socializan.
De allí en adelante, el control tuvo diferentes formas. En el 89, CAP, asesorado por Miguel Rodríguez, Haussman, Naim y demás neoliberales, y por imposición del FMI, puso el dólar a flotar (89-92). Ahora sí el mercado determinó el precio del dólar. Los gobiernos siguientes ensayaron otros sistemas: minidevaluaciones, administración directa. Desde el 1996 hasta 2003, hubo sistemas mixtos que combinaban flotación con control.
En definitiva, en 74 años (entre 1929 y 2003) solo durante 10 la tasa estuvo fijada por el mercado.
No me mal interpreten. No intento negar al mercado, aunque no lo veo como una fuerza inconsciente e invisible (y menos benévola). El mercado existe. Presiona siempre. A veces muy fuerte. Y no se puede controlar si se parte de negarlo, como no se puede controlar una bestia salvaje ignorando su fuerza.
Realmente el gobierno, con el 95% de las divisas, no logra controlar los controles de cambios que ha fijado. El actual sistema de cambio ni siquiera le hace honor a su nombre, porque no controla nada. Y es dañino e insostenible.
Pero liberar el dólar nos llevaría a ser espantados testigos de la más gigantesca de las fugas de capitales que podamos recordar. No nos volvamos locos.

Domingo 31/01/2016. Lectura Tangente, Notitarde

domingo, 24 de enero de 2016

Maduro y la falta del Ojo

Orlando Zabaleta.


La mitología griega menciona a tres deidades hermanas, las Grayas, que (vaya a usted a saber por qué) compartían un solo ojo que se pasaban unas a otras. Así mismo. Mientras una de las Grayas veía todo a su alrededor con el único ojo que tenían, las otras hermanas permanecían ciegas, en espera de su turno para poder echar un vistazo. Seguramente se consolaban de tan limitada situación con aquello de que “para lo que hay que ver, con un solo ojo basta”.
La lucha Gobierno-Oposición, me ha recordado ese viejo mito.
Me explico. Durante más de una década la Oposición no tenía ni un ojo. Adelantaba enceguecidas aventuras. Fíjense en el Paro petrolero: un amigo opositor, luego de la dura derrota del Revocatorio, no le echó la culpa al pueblo, sino que me reconoció en privado que el Paro era el causante del fracaso del Referéndum, porque, expresaba amargamente  su autocrítica, “¿A quién se le ocurre que se obtienen votos haciendo pasar hambre a la gente?
En el último lustro y medio, los señores de la Oposición, con contumaz invidencia, torturaban a sus propios partidarios montándoles guarimbas en las puertas de sus casas. Se dejaban jefear por Granier y Ravell, incapaces de un análisis serio de las relaciones personales en una guardería. O escuchaban a un Poleo, repitiendo en esos años, como un reloj sin hora: “El gobierno ya está caído, solo boquea”. Se retiraron de unas elecciones parlamentarias, quedándose voluntariamente sin ningún diputado. Pregonaban el aislamiento internacional de Venezuela  mientras Chávez fundaba la CELAC en Caracas. Y paremos de contar, que sería para nunca acabar. Definitivamente, la Oposición no tenía el Ojo.
Mientras tanto, Chávez los derrotaba una y otra vez. Con su vista de águila, es verdad. Pero las torpezas de la Oposición, no hay que restarle el mérito, le eran de gran ayuda.
Ahora, en los últimos dos años sobre todo, pareciera que el Ojo lo tiene la Oposición y el gobierno se quedó ciego.
Sin luz alguna, el gobierno no vio las malas señales de las variables macroeconómicas y el crecimiento de los desequilibrios (el cambiario, la deuda, el desabastecimiento), tampoco percibió el impacto de la crisis en la población. Con la venda de la “guerra económica” muy calzada, clamó inútilmente contra los desatados demonios del rentismo que estaban cobrando sus cuentas.  Con ojos vacíos, esperó la anunciada derrota del 6D.
Se insiste en el carácter temporal, circunstancial, de la mayoría de la Oposición.  Pero ese carácter depende del desarrollo de la crisis económica, social y política en la que estamos. Y sobre todo de la respuesta del gobierno a esa crisis. También algunos cegatos de la República de Weimar estuvieron de acuerdo en elegir a Hitler como Canciller (que no tenía los votos para ello), porque el loco nazi se debilitaría en el cargo y su gobierno sería “temporal”.
Mes y medio después del 6D, ya es tiempo de abrir los ojos. Que la confusa política que adelanta el gobierno sigue debilitando al movimiento popular. Lo desmoraliza.
Ramos Allup enceguecido quiso desatar la guerra entre los poderes poniendo en desacato a la Asamblea Nacional. Ahora el gobierno retoma el error cuando no asisten los ministros a la Asamblea, que estaban obligados constitucional y políticamente a hacerlo.
El argumento para negarse a comparecer es digno de cegatos recalcitrantes. Los secretos no son bien visto. Y tampoco el tema eran los planes de defensa de la Fuerza Armada en caso de una invasión. Ya es escandaloso que el BCV no publique las cifras de inflación, de comportamiento del PIB, del desabastecimiento, sin que esa “confidencialidad” evite que esos fenómenos sean conocidos y sufridos por el pueblo. Y si es por las tasas de cambio (y aquello de que la moneda es como la mujer del César), muy razonablemente el presidente del BCV puede negarse a emitir juicios que alimenten la especulación monetaria.
En realidad, yo no creo en el mito de las Grayas. El gobierno sí tiene ojos, pero parece que no quiere abrirlos. ¿Pero sí será verdad, como creían los griegos, que los dioses enceguecen a los que quieren perder?

Domingo 24/01/2016. Lectura Tangente, Notitarde.

domingo, 17 de enero de 2016

La insoportable pesadez de Ramos Allup

Orlando Zabaleta.


Ramos Allup es un hombre inteligente. Y también marañero. Ambas cualidades le aconsejaron abandonar Valencia hace décadas, ante las razones muy férreas (cabillas y balas) que lo enfrentaban en su propio partido. En esa época, en Carabobo los Cellis, que no querían a Ramos Allup, dominaban AD (y la gobernación, y los Concejos municipales, y la Asamblea Legislativa, y los gremios profesionales y las federaciones y los sindicatos, y hasta los etcéteras). Yo me acuerdo bien, ¿tú te acuerdas?
Sabiamente, pues, Ramos Allup resolvió irse a Caracas, donde su humanidad estaba más segura y no tenía una correlación de fuerzas tan atropelladamente en contra, y explayar su carrera política en el extinto Congreso Nacional y en el otrora omnipotente CEN de AD.
Ramos Allup es adeco viejo. De allí su acento romulero. Educado, pues, en la tradición de que los dirigentes deciden y las masas siguen a los dirigentes, como asentara Betancourt en conocida carta a Leoni. Persistente tradición verticalista que implantaron tanto Rómulo como el PCV desde los años 30, y que lamentablemente la democracia directa y protagónica estampada en nuestra constitución no ha logrado mellar mucho.
Se presume que ser adeco es ser socialdemócrata. Pero esa igualdad es muy vacilante. AD nunca fue un partido socialdemócrata típico: en sus orígenes bebió más del estalinismo y del aprismo (aunque enfrentara a ambos) que de la tradición socialdemócrata, y sólo después de los 60 empezó a cobijarse con algo de seriedad bajo la socialdemocracia. Además la socialdemocracia desde los 90 es muy distinta a la de los 70, como lo demuestran un Menen, un CAP II, un Hollande, impensables como socialdemócratas en los 60. El término se tornó ambiguo, pero sirve como mantra diferenciador: hasta hace poco Ramos Allup se daba el lujo de hablar de “la derecha” para referirse a Primero Justicia: Los petimetres y lechuguinos de “la derecha” (el uso de vocablos desusados también es de raigambre romulera).
Sorprende que en la pelea por la presidencia de la Asamblea, el discurso del socialdemócrata Ramos Allup fuera excluyente y el del neoliberal Borges fuera conciliador. La línea estratégica de Ramos Allup era aglutinar a los socialdemócratas, pero como solo pudo ganarse a los adecos de UNT y a unos partiditos necesitaba a Leopoldo López para cuadrar la presidencia. La “izquierda”, pues, se alía con la ultraderecha. Por su parte, Leopoldo, cuya ambición vale más que tres docenas de muertes, continúa su lucha contra PJ (con “La Salida” desbancó a Capriles) y apoya a Ramos Allup. O sea, la vieja lógica del poder de los políticos tradicionales.
Así nos explicamos la intemperancia de Ramos Allup (además de las razones de edad): paga su deuda con López.
Pero hay otra razón. El plomo en el ala de la Oposición ha sido su base, el sector de clase media histérica, el que habla del “rrrégimen” y de dictadura, dominado por el maccarthismo de los 50, el que cree con ingenuidad en una burguesía que lleva casi un siglo sin producir. Que puede llegar a la inmoralidad del profesor universitario que me dijo, el día en el que arrancó “La Salida”, que ojalá se produjeran muchos muertos. La histeria de la clase media en estas situaciones es peligrosa: como se vio cuando Hitler, Franco y Pinochet. Por flirtear con ese público la Oposición se retiró una vez de las elecciones parlamentarias y aupó las desgastantes guarimbas, entre otros grandes errores. Los políticos de la Oposición le hacen el juego a su público más fanático. Aunque en su fuero interno Ramos Allup considere que son una masa de exaltados que ni saben qué es política, debe hacer política para ellos. Sobre todo porque esos sectores, desde mediados de los 80 hasta ahora, eran furibundamente antiadecos, los despreciaban. Y ahora, luego de tres décadas, la clase media se metió a adeca. Ramos Allup, muy orondo, anda por las nubes.
Y ya inmerso en las mareas de la irresponsabilidad, Ramos Allup mete al país en una insensata y riesgosa guerra de Poderes. Donde el país no tiene nada que ganar y mucho que perder. Mientras la crisis económica se profundiza. ¿A qué juega Ramos Allup?

Domingo 17/01/2016. Lectura Tangente, Notitarde.

domingo, 10 de enero de 2016

La tarea era para ayer

Orlando Zabaleta.


Luego de pasar más de 30 días desde el 6D, esa derrota anunciada, el gobierno aún sigue reaccionando con parsimonia de tortuga. Como si le costara entender. Arrancó mal con eso de que “nos derrotó la guerra económica”. Luego, al paso de los días, Maduro repitió un par de veces la palabra “rectificación”, y semanas después planteó un Plan de emergencia. Todavía no nos dice qué es lo que hay que rectificar y cómo pretende hacerlo. Menos cuál es el plan de emergencia.
Maduro le pidió al nuevo gabinete enfrentar “la crisis económica y la guerra económica”. Al menos puso la palabra “crisis” antes que la palabra “guerra”. Así vamos ubicándonos: poquito a poco.
¿Estamos frente a una película de suspenso, como las de Hitchcock? ¿Es ese el ritmo que exige el momento? Porque parece que la Oposición prefiere actuar como en “Rápido y Furioso”.
Y no es solo por el ritmo de la Oposición. Es que estamos en una profunda crisis económica, y todos los signos señalan que va a agudizarse. En este mismo año, no en el próximo.
El nuevo gabinete es decepcionante. Pocas caras nuevas y con posturas disímiles. Pero, sobre todo, porque no se arma un equipo sin un plan. Eso es de Perogrullo. Primero se diagnostica, se elaboran las líneas maestras, se evalúan los medios, se fijan los objetivos, etc. Y luego se elige a la gente con el perfil adecuado para la tarea.
Maduro debe hablarle claro al país (que creyendo que la Asamblea puede acabar con las colas o que la crisis es producto de la guerra económica vamos ciegos al desastre). Ejecutar decisiones cónsonas con la sequía de dólares que tenemos: aumentar de una buena vez la gasolina; eliminar el dólar a 6,30, que es la primera causa del bachaqueo y es más el daño que hace que el bien que consigue. No es que se implante de golpe y porrazo una tasa única, pero el diferencial cambiario debe ser reducido a un nivel manejable, digamos un 60%, los expertos y la práctica dirán. A un nivel que golpee el bachaqueo y el contrabando de extracción. Con esas decisiones elementales se reduciría el déficit fiscal que alimenta la inflación. Además es la única forma de empezar a controlar la economía, que, seamos realistas, no la controla nadie.
De no actuar ahora en seis meses la situación exigirá medidas más drásticas. Hacerlo ahora es evitar más dolor al pueblo. Si hace un año al menos se hubiese eliminado el perverso subsidio a la gasolina, cuánto se hubiera podido hacer con ese ahorro inmenso en dólares y en bolívares en el 2015, recursos utilizables en forma más eficaz para enfrentar la crisis.
Dejémonos de ilusiones: poco importa que el SENIAT cumpla su meta de recaudación en bolívares en julio o en noviembre, que la inflación es la primera impulsora de ese “triunfo”. En un país donde lo que se consume proviene en más del 95% de los dólares que le entran, lo importante es en qué se gasta cada dólar.
Detrás de medidas como estas hay un pedido simple: el gobierno debe gobernar la economía, que cada día está más desbocada y amenaza con volverse ingobernable.
Es vital que el plan no sea solo económico. Hay que adelantar medidas contra la corrupción. Y enfrentar la ineficacia gigantesca. Por eso se ve tan mal el reciclaje de personajes que, si no son corruptos o ineficaces ellos mismos, por lo menos ya sabemos que han sido incapaces de enfrentar la corrupción y la ineficacia en los cargos que han asumido.
No tengo mucha fe en las burocracias del Estado y de los partidos, creo que son, tal como están planteados hoy en día, intrínsecamente ineficaces y propensas a la corrupción. Pero es como la batalla contra el sucio: hay que limpiar la casa y bañarse todos los días, es una batalla permanente para, al menos, reducirla al mínimo posible. Y solo con la participación popular esa batalla tiene posibilidades de éxito: transparencia, participación popular, contraloría social. Sólo así el pueblo podrá acompañar al gobierno en esta etapa.
La Oposición, criminalmente irresponsable, adelanta la lucha entre los Poderes mientras la crisis económica se profundiza. Y el gobierno debe dejar de hacerle el juego, y asumir como prioridad el enfrentar la crisis económica.
Todo esto era para ayer. Así que apúrense.

Domingo 10/01/2016. Lectura Tangente, Notitarde.

domingo, 3 de enero de 2016

Este duro primer trimestre

Orlando Zabaleta.


Según una encuesta anterior a las elecciones, solo el 37% de los venezolanos creía que la guerra económica era la causa principal de la situación económica. Menos que el 43% de la votación chavista el 6D, que muchos votamos por el GPP sin cegarnos ante los desaciertos burocráticos con los que el gobierno enfrenta la crisis.
Está el hecho irrebatible de que el 2016 será peor que el 2015. El petróleo venezolano despidió el año viejo por debajo de 30 dólares. Y aún hay muchas nubes negras en el tormentoso mercado mundial del crudo.
Consideremos el primer trimestre del año que empieza. Tras 90 días de una inflación que desagua los bolsillos, de escasez y desaparición de productos esenciales (incluso medicamentos) y de largas colas, ¿es difícil predecir que, de continuar el gobierno con la política de ignorar el problema, el número de los que aún crean que la guerra económica es la razón de sus males seguirá disminuyendo aceleradamente?, ¿cuántos quedarán después de padecer los primeros 90 días del año?, ¿el 25, el 15, el 10% de los venezolanos? Eso me suena como crisis política de proporciones.
Me parece muy claro. No es necesario dejar caer un vaso de vidrio para probar que se va a romper. Esperar que se rompa el vaso ya lo hicimos durante todo el año. Esperamos el 6D, que era una guerra avisada, desconociendo la crisis y apelando a políticas efectistas pero inefectivas. ¿Alguien cree que todavía hay tiempo que perder?
Sobre lo “efectista” tengo que decir algo. Durante el período 2002-2006, la Oposición venezolana, jurando que lo mediático es más real que lo real, se dedicó a hacer el ridículo y a ir de derrota en derrota. Los zares de los medios que controlaban a la Oposición construyeron un mundo ilusorio que propagaban por TV, luego cometieron el error de ponerse ellos mismos a ver televisión, y acabaron creyéndose el mundo que inventaron. Mientras tanto, el pueblo venezolano no le paró a la farsa, ignoró el bombardeo mediático y los derrotó una y otra vez.
Pero el chavismo le compró la idea a la derecha y sobrevaloró tanto lo de la guerra mediática (un campo de batalla asumido como el que da sentido a toda la guerra) que la frase se convirtió en una forma de autoengaño. Alcaldes ineficaces se defendían de las críticas contra su mala gestión echándole la culpa a la “guerra mediática”. Hubo uno, de cuyo nombre no quiero acordarme, ahorita preso, que acusaba a la guerra mediática de ocultar la gran obra que había hecho, y que nadie veía.
Peor aún: con esta visión de “sobredeterminación” (perdónenme la althusseriada) de lo comunicacional se reduce la política (y su complejidad social y económica) a lo mediático: Si algo está mal lo combato con un evento público o una declaración sonante, con cualquier cosa que robe cámara; ignoro las denuncias porque “no hay que dejarse imponer la agenda”.
Son inútiles conjuros contra la realidad. La misma política pasiva del avestruz, pero parece (solo parece) como si fuera una política “activa”.
El chavismo debe enfrentar la situación con los ojos abiertos. Es un deber que impone la lealtad al pueblo venezolano y al proceso histórico que Chávez lideró y que ha marcado a Latinoamérica y al mundo. El chavismo debe rearmarse ideológicamente. Porque la derecha se nutre de los errores del gobierno; por ejemplo: utiliza la política nefasta del diferencial cambiario para propagandear la mortal “solución” de liberar el dólar o dolarizar la economía, con lo cual tendríamos una fuga de capitales del quinto patio.
La prioridad de la agenda no puede ser el enfrentamiento con la Asamblea Nacional. La prioridad es la crisis económica y el rearme del chavismo. Maduro declaró que presentará un plan para enfrentar la crisis después de los abrazos de fin de año. Mi deseo para el 2016 es que sea un plan coherente, no una mera lista de buenos deseos, que se enfoque en la producción y contra el rentismo (económico e ideológico), que no sea solo económico, sino que comience una revolución contra el Estado burocrático y corrupto, y por la genuina participación popular. Y recomendaría que sea autocrítico, para que el gobierno empiece a reconectarse con el pueblo venezolano.

Domingo 03/01/2016. Lectura Tangente, Notitarde.