sábado, 28 de mayo de 2016

Esperando la ayuda gringa

Orlando Zabaleta.


En 1973 los países árabes productores de petróleo lanzaron un embargo que causó grandes cambios en el mundo, tanto económicos como políticos. Los países productores al fin obtuvieron ganancias sustanciales y mayor control sobre el negocio del crudo. La emergencia árabe, los petrodólares de países del Tercer Mundo y los desarrollos nacionalistas potencian al Movimiento de Países no Alineados, que aumenta su peso político. La socialdemocracia europea, aunque vivía la crisis del modelo de prosperidad de la postguerra, no había dado el giro a la derecha que daría en los 80 y proponía avances para las relaciones internacionales entre los países.
Nosotros, los venezolanos, no participamos en el embargo, pero nos beneficiamos como el que más. El presidente, el Carlos Andrés de su primer período (1973-1978), adelanta lo que habían hecho o estaban haciendo los demás países productores y nacionaliza la industria petrolera. Una nacionalización negociada con las transnacionales petroleras, que consideraron mejor cobrar un realero exorbitante por el acuerdo que esperar a que la Ley de Reconversión vigente les quitara los activos sin indemnización. Pérez Alfonso, nuestro “padre de la OPEP”, la catalogó como “nacionalización chucuta”. Pero CAP la anunció como la “Segunda Independencia Nacional” (continuando con una tradición adeca que ha declarado varias “segunda independencia” desde la Ley de Reforma Agraria del 60).
Con recursos y megalomanía en cantidad, CAP engordó su ego con las ínfulas de ser líder mundial. Líder del Tercer Mundo, nada menos. Echó a un lado los trastos viejos que adornaban la conservadora política nacional. Mandó a paseo al maccarthismo fósil de los 50-60 (en 2001 este arcaico esperpento retornaría), habló de reintegrar a Cuba al sistema americano. Remedó el discurso de la Socialdemocracia alemana (muchísimo más respetable y coherente, por cierto, que la versión criolla) sobre un “Nuevo Orden Internacional”.
Pero CAP se acogía a la cita bíblica: “No sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha” (Mateo 6:3, hijos míos). Con la mano derecha se reía con los gringos y mantenía excelentes relaciones con las transnacionales. Utilizaba y protegía a Posada Carriles (el Comisario Basilio de la Digepol a finales de los 60) y a Orlando Bosch (hasta que esos terroristas lo pusieron al descubierto volando el avión cubano).
Los eternos desubicados, especie inextinguible, compraron el discurso y creyeron que CAP enfrentaba al imperialismo y molestaba a los gringos. Algunos alarmados y otros aupándolo. La ingenuidad se explica por la mezcla de conservadurismo e ignorancia que distingue hasta hoy a nuestra “opinión pública”, que se asusta de medidas modernizantes elementales o se deja engañar por vacíos radicalismos verbales.
La posibilidad de que el gobierno yanqui se ofendiera con la charlatanería de CAP era de magnitud nanométrica. Los gringos no comen cuentos, y menos los que ellos mismos inventan.
Yo era un joven veinteañero en esa época. Uno de esos desubicados me preguntó qué haría si los gringos invadieran a Venezuela para tumbar a CAP. Antes de explicarle al crédulo preguntón que el alboroto tercermundista de CAP era entendido por los gringos, que no son tarados, que hasta los cubanos batisteros, enfermizos anticomunistas, lo entendían y andaban torturando gente en nuestros cuerpos de inteligencia, decidí asumir su hipótesis y darle una respuesta:
-Si los yanquis nos invaden para tumbar a CAP los enfrentaremos, que si alguien va a tumbar a CAP debemos ser nosotros los venezolanos (más o menos habré dicho).
¿Hay otra actitud decente posible? Que eso de hacer lobby en Washington es de lo más bajo que se me puede ocurrir. Lo más inmoral es que sea para pedir a los gringos que intervengan en mi país, así a uno no le guste el gobierno. Al mayor imperio militar de la historia humana que ha invadido a casi todos los países latinoamericanos, algunos hasta tres veces, y que tuvo el amenazante caradurismo de declararnos “amenaza inusual para su seguridad”.
Una cosa es ser pitiyanqui; y otra cosa, totalmente despreciable y cobarde, ser Vendepatria. ¡Por Dios! Hasta la vocación lacayuna debe tener un límite.

Sábado 28/05/2016. Aporrea

domingo, 22 de mayo de 2016

Solo se ven las caras…

Orlando Zabaleta.


Por costumbre o vicio, uno busca razones en todo, hasta en las ficciones, en los engaños y en las sinrazones. Que, como dice la canción, “Se ven las caras, se ven las caras, pero nunca el corazón”.
Gobierno y Oposición, convencidos de que el efecto mediático es más importante que el efecto real de sus acciones, juran que la política es gesto y aspaviento, video y centimetraje. Puras caras y caras, pues. Lo que dificulta más verles el corazón.
Hay un hecho sólido como una piedra. Ni Maduro ni la MUD pueden cambiar la situación del mercado petrolero mundial. Al menos para bien (que si repetimos la política de sobreproducción de los noventa terminamos de ensuciar la jaula). La “buena” noticia es que el  petróleo ya no está a la baja, ya llegamos al fondo, y allí estaremos por un tiempo. Cometeré la insensata osadía, de la que me arrepentiré seguramente, de lanzar una predicción en terreno sinuoso: Una recuperación lenta que arranque en enero quizá nos ponga a mitad del año próximo en la marca de los 60 dólares, con lo cual podremos vivir con austeridad al menos, y no morirnos de hambre como ahora. O sea, lo prudente es esperar un año de privaciones.
Ambas partes lo saben. Un año es el límite de sus especulaciones estratégicas. Para el gobierno la meta es sobrevivir ese año. Para la Oposición es, según sus diferentes sectores, o tumbar a Maduro o tomar más poder en ese lapso.
La Oposición está centrada en profundizar la crisis política. Resolver la económica no le interesa. Si se acabara la escasez la Oposición se hundiría. Solo vende la idea de que habrá un portentoso milagro económico (los precios del petróleo subirán y la burguesía producirá como nunca lo ha hecho en 90 años) si logra sacar a Maduro. Tiene público para eso.
Pero no está tan claro si realmente su objetivo es el revocatorio. No pareciera ser el de Ramos Allup, que se beneficiaría más de unas elecciones de gobernadores; sectores de Voluntad Popular y la desubicada de María Corina, con persistente irresponsabilidad, juegan más a la explosión social que al revocatorio.
El gobierno, oscilando entre consignas (“guerra mediática” y “emergencia económica”), organiza un baile con la burguesía. Los empresarios aceptan asistir al sarao y lanzar mensajes optimista, porque esperan que el gobierno les dé dólares, a fin de cuentas son irremediablemente rentistas y sus insumos son importados. Que en casi cien años la burguesía no ha logrado construir una economía medianamente autónoma. La fuerte pugna burguesa al gobierno se la dejan a sus dirigentes gremiales: a Fedecámaras. Es una división de los papeles a interpretar.
Lo del Dicom es un ejemplo de amellada política mediática. Le cambiaron al Simadi el nombre público, ahora lo llaman Dicom. Pero como no han producido el necesario Convenio con el BCV, el mismo BCV lo sigue reportando como Simadi. Lo único distinto del Simadi rebautizado Dicom es que se ha subido la tarifa, aunque se desconoce cómo funciona o a cuáles empresas les otorga  dólares. Fíjense que la tasa llamada Dicom ya pasó largo de los 400 Bs, es decir, está por encima del “dólar implícito” (liquidez contra reservas, que se calcula en cerca de 380 Bs.), pero ni aun así logra afectar al dólar paralelo a la baja. ¿Por qué? Simple: porque las cantidades son súper marginales.
Altos funcionarios del gobierno albergan la creencia neoliberal de que existe UN equilibrio del mercado, un punto mágico en el cual la inflación, como si fuera un globo de aire caliente, se detendría y empezaría a caer. Hay que aguantar hasta que la inflación se agote, dicen. Ni siquiera la experiencia de estos dos años les enseñó algo. Es revelador que esta idea (popular entre los economistas, es cierto) sea compartida por la Oposición y sectores del gobierno: expresa cuánto le faltó pensar al chavismo en un modelo alternativo. Pero la verdad es que no existe un equilibrio natural. Sigan con un alto diferencial cambiario y una gran liquidez, a ver si consiguen verle el techo a la inflación.
Mientras tanto, mientras miramos las caras de Gobierno y Oposición, estamos pasando hambre, haciendo cola, buscando engancharnos a una buseta atiborrada, ansiando pescar un medicamento.

Domingo 22/05/2016. Aporrea

domingo, 15 de mayo de 2016

Con el partido de los trabajadores o con los trabajadores del partido

Orlando Zabaleta.


En 1982, Juan Ascanio encabezaba la directiva de un sindicato clasista en la empresa Alivén de Valencia. Pero las bandas armadas de AD, en complicidad con los patronos, querían tomar por la fuerza al sindicato. El resultado fueron dos o tres obreros heridos con armas blancas. Los trabajadores protestaron contra la violencia sindicalera, y la patronal respondió con  calificaciones de despido contra los directivos sindicales.
Las bandas armadas tenían total impunidad en esa época. Los adecos controlaban Fetracarabobo y la mayoría de los colegios profesionales. Los medios enmudecían ante la violencia sindical para congraciarse con el poder. Sí había periodistas honestos, pero no podían hacer mucho. Mélida Qüenza, excelente periodista, me lo explicó: “Cuando paso dos notas de prensa sobre una denuncia y el jefe de redacción las desecha, es porque la línea del periódico es ocultarla”.
Son crónicas de una época en la que, según algunos, éramos muy democráticos y había total libertad de expresión.
La mayoría de la directiva sindical militaba en un partido trotskista: el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Yo sostenía diferencias con esa corriente, pero tenía, y aún tengo, amigos trotskistas. Pero ese no era el punto. El punto era la defensa de la democracia obrera por encima de la patronal y la burocracia. Así que me metí en el conflicto.
Para romper el silencio mediático, organizamos una huelga de hambre en la puerta de la fábrica, en cuya acera dormíamos todas las noches. La huelga tuvo su efecto: la prensa reflejó el conflicto y las bandas armadas dejaron de atacar. No era la victoria, la patronal insistía en los despidos, pero se neutralizó la agresión física. Estábamos en esa etapa de la lucha en la que los adversarios no saben cómo avanzar.
Un día un avión aterrizó desde Brasil. Regresaba un alto dirigente del PST. Alberto Franceschi. Sí, el constituyente del 99 que hoy escribe desde Miami encendidas arengas para tumbar al gobierno violentamente. En esa época Alberto ni se había ido a la derecha, ni había pasado por Proyecto Venezuela y AD. No he conocido a nadie más obsesionado por el poder, ni con una irresponsabilidad tan gigantesca.
Un sábado, en una asamblea, inesperadamente la directiva propone tomar la fábrica el lunes. Todos hablaron a favor de la toma. Pedí la palabra para objetar esa locura. La toma fracasaría, dije. La misma asamblea  no podía tomar una decisión de esa envergadura: no estaban presentes ni la mitad de los trabajadores de la fábrica, y muchos de los asistentes tenían calificación de despido.
Pero estaba aislado. ¿De dónde salió este delirio colectivo?, me preguntaba. Orlando Chirinos (que luego sería candidato presidencial), se me acercó apenas hablé.
Tú tienes razón fue lo primero que dijo, esta asamblea no tiene legitimidad para aprobar la toma.
Entonces, ¿por qué no hablas tú? –le respondí. Pide la palabra y di eso antes de que aprueben ese suicidio. Tú como Secretario General del Sindicato de Mantex tienes más peso que yo en esta asamblea, a ti te escucharán.
Pero Chirinos, que también era Secretario General Regional del PST, me alegó que no podía:
Anoche se reunió la Dirección del PST, y Alberto propuso la toma y la hizo aprobar. Yo no puedo oponerme porque rompería la disciplina del partido.
Intenté convencerlo de que hablara, porque el fracaso de la toma fortalecería a la patronal, habría más despidos y  la burocracia tomaría el sindicato. Eso está por encima de la disciplina de partido. Lo increpé:
Tienes que decidir con quién estás: con el Partido de los Trabajadores o con los trabajadores del partido.
Esa respuesta me la robé de una caricatura de Zapata sobre la pugna entre el sindicato Solidaridad y el Partido Comunista polaco.
Pero es pertinente practicar esa distinción. Si uno milita en un partido que proclama representar a los trabajadores o al pueblo, no puede escurrir el bulto frente a líneas del partido que vayan en contra de esos sectores. Si hay contradicción hay que decidir por los trabajadores y el pueblo.
Es una disyuntiva ética y política. No hay otra forma de lealtad con los trabajadores y el pueblo.

Domingo 15/05/2016. Lectura Tangente, Notitarde

domingo, 8 de mayo de 2016

Perdidos en alta mar

Orlando Zabaleta.


Imagínese que usted está en un barco en alta mar, urgido de ir a la Isla de Kaboruca (no la busque en Google, amigo lector, acabo de inventarla). Entonces viene el capitán y le informa muy sonriente que están en camino, aunque, confiesa, no sabe dónde se encuentra la dichosa isla.
No tengo un solo mapa donde aparezca Kaboruca. Pero no se preocupe intenta tranquilizarlo: que nos estamos apurando, ya vamos a toda máquina.
El País de Nunca Jamás es el único sitio al que se puede viajar sin mapa ni guía, incluso sin necesidad de saber dónde está, que basta con polvo mágico de hada y, eso sí, desearlo mucho. Increíblemente, cosas como esas no ocurren solo en los cuentos de hadas. Porque según la dirección de proceso bolivariano también se va así al socialismo: sólo con desearlo.
El capitalismo se torna cada vez más especulativo que productivo. Ni siquiera la crisis de 2008, de la cual no se ha zafado totalmente, le hizo aprender algo. Insiste en la fe neoliberal, ese bricolaje de lienzos vetustos que las transnacionales tejieron con el férreo hilo de sus intereses. Y la propuesta del socialismo del siglo XXI, que le daba un norte al proceso bolivariano, se convirtió en cantares cuando requería ser desarrollada, y llevada a expresar una teoría solvente del país y del cambio real. Ah, pero al pragmatismo ramplón reinante en el mundo político (tanto de izquierda como de derecha) le dio flojera.
El debate eludido obvió temas vitales: la democracia, el papel del Estado, la relación con el trabajo y la productividad, el rentismo casi centenario. El norte planteado era impreciso, cuánto más la vía. Ni puerca idea de dónde queda Kaboruca.
Confusión grave en un país con tradición y estructura rentista cimentada. Un país con un capitalismo tan bufón que el Estado no vive de los impuestos de la burguesía, como en la mayor parte del mundo, sino que es la burguesía la que vive de los dólares del Estado.
Entonces, en esta desorientación, se entiende cómo no se puede diferenciar entre keynesianismo y rentismo, entre socialismo y gratiñán, entre estatismo y socialismo.
Por eso cuando Maduro juraba hasta hace poco que “no nos desviaremos del camino del socialismo”, uno se hundía en el más profundo misterio: ¿qué habrá querido decir? Imposible también es interpretar eso de que vamos a “radicalizar” la revolución.
Por eso, en medio de una crisis tan profunda, se puede pasar tranquilamente la dirección de la economía de un ministro que no sabía nada de economía a un ministro pragmático y recomponedor de las relaciones con la burguesía. O reforzar el modelo rentista con el Arco Minero.
A fin de cuentas, con el norte estratégico claro, se podría entender las concesiones tácticas. Pero sin norte es imposible calibrar las tácticas. Obvio.
Y para más males, el barco entró en la tormenta más predecible del mundo, una que sí aparecía en los mapas de navegación. Y tampoco el capitán se ubica. No hay norte y tampoco plan para escapar del vendaval.
La tempestad amenaza al navío. Con los pasajeros de la Derecha no se puede contar: tienen botes privados y no les importa si el barco se hunde porque planean vender sus piezas en los mercados nórdicos. Ya los tienen negociados.
El capitán (sin sentir, parece, las sacudidas de la embarcación) insiste: Vamos a toda máquina. Aunque no se sabe a dónde.

Domingo 08/05/2016. Aporrea

lunes, 2 de mayo de 2016

El Referendo del diablo

Orlando Zabaleta.

La Oposición recogerá las firmas para el referendo revocatorio. A fin de cuentas salir de Maduro es lo único que hace, propone y ejecuta. Y lo único que los une. Dejémonos, pues, de manías negacionistas.
El referendo revocatorio es una de las conquistas más preciadas de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. No es una parte accesoria de la Democracia Participativa y Protagónica planteada por la CRBV. Chávez mismo insistió en reducir a 20% el número de electores necesario para activarlo, ante el proyecto previo que proponía un porcentaje mayor.
La democracia es esencial para el Socialismo del siglo XXI (como lo recalcó Chávez en el Programa de la Patria). Es la lección que sacamos de los procesos latinoamericanos de este siglo, y de la experiencia del llamado “socialismo” del siglo XX.
La Derecha esgrime la palabra “democracia”, según el guion de la Guerra Fría, mientras despoja al pueblo del poder de decisión. La Derecha es antidemocrática, como lo ha demostrado aquí y en el mundo entero con intervenciones, dictaduras, invasiones, golpes de estado. Una izquierda que no entienda que la democracia no es un terreno ajeno ni prestado para ella no tiene futuro, ni entendió nada de lo que ha pasado en el último siglo.
Sería torpe, torpísimo, regalarle a la Derecha la democracia. Igual que la defensa de la Constitución. No se puede defender la Constitución matándola: no da resultado.
Así que si el diablo es ciudadano venezolano y mayor de edad (debe serlo por viejo) tiene el derecho de recoger firmas para revocar a cualquier funcionario electo. La defensa del referendo es un asunto de principio.
Y también es un asunto de realismo. Si se enfrenta el revocatorio menoscabando el derecho legítimo, para impedirlo, estaríamos jugando con fuego. ¿Alguien cree que el país aguantará un año de escaramuzas legales por este revocatorio? Sería como ponerle una tapa con piedras a una olla de presión y aumentar la candela. Hay que ser bien irresponsable para no verlo.
Es también claro que, si las cosas siguen igual, la Derecha ganaría el referendo. Algo hay que aprender del 6D. Por ejemplo, que las consignas y las emociones no suplantan la realidad. Ante el avance de la crisis, hoy más dura que en diciembre, los dos millones de votos chavistas que se abstuvieron ¿estarán arrepentidos o crecieron a 3 millones o más?
La crisis económica es la pira que nutre la crisis socio-política, mientras la mala gestión económica y política del gobierno la potencia. La Derecha, como el 6D, no tiene que hacer campaña en el referendo, ni tiene que confesar cuál será su programa de gobierno. La escasez, las colas, la inseguridad, la corrupción, la ineficacia harán la labor por ella.
Habiendo ya transcurrido un tercio del año, el gobierno enfrenta la crisis con guiones mediáticos, y agota el preciado tiempo de respuesta. Así desmoraliza y desmoviliza a amplios sectores populares. Igual que el 6D, nos llevará a una derrota que abrirá las puertas a la Derecha.
La mayoría de los venezolanos considera que el gobierno ha sido incapaz de enfrentar la crisis y que su impericia la ha profundizado. A la vez, la mayoría de los venezolanos “desearían” que fuera el gobierno el que resolviera la situación. Ambos datos parecieran contradictorios, pero no lo son. Expresan que los descontentos, aunque desesperados, tampoco confían en la Oposición, porque la conocen. Y presienten lo catastrófico de un gobierno de la Derecha.
El gobierno debe empezar con la autocrítica y hacer un giro gigantesco. Hablar con transparencia: dejar de ocultar infantilmente la crisis. Sacar a tantas figuras que han demostrado su incapacidad en cuanto cargo lo han puesto. Hacer un combate duro contra la corrupción, que tenga resultados que ejemplifiquen el cambio de rumbo. Casi todos los motores necesitan dólares (esa es la triste realidad), así que debe presentar un plan realista. Sólo con la autocrítica y la transparencia, con una política de cambio, con resultados concretos, podrá el gobierno volver a conectarse con amplios sectores populares. Esa es la política correcta para enfrentar el referendo del diablo, no hacer cruces y sermones.

Lunes, 02/05/2016. Aporrea