domingo, 2 de agosto de 2015

Equilibrios, desequilibrios y gasolina

Orlando Zabaleta

Debo aclarar que le tengo cierta desconfianza a los equilibrios. Será por la manía tecnocrática y neoliberal de equilibrar los presupuestos a costa de la salud, la educación y los pobres; e incluso a costa del crecimiento económico.
También descreo de las consejas y reflexiones que, en pro del equilibrio, propagan el horror a los extremos, el relativismo, el centrismo, y que así crean un discurso de generalidades que no dicen nada, porque, claro, ni definen nada ni se comprometen con nada. Ah, pero qué sabias suenan.
Pero una cosa es no tener al equilibrio como ídolo o como norte, y otra es ignorar los desequilibrios.
El ejemplo más evidente de desequilibrio en Venezuela es el precio de la gasolina.
Como tenemos tanto petróleo y gran capacidad de producción de sus derivados, es lógico y justo que el precio de la gasolina sea bajo en nuestro país. Una ventaja justificada en ese montón de petróleo que la naturaleza nos dio (y que leyes previsoras evitaron, desde hace siglos, que fuera privatizado).
Es cierto que el supuesto “precio internacional” no existe. Cada país pone el precio de su gasolina según muchas variables, y el que tenga o no petróleo es solo una de ellas. Inglaterra y Noruega, que son productores de petróleo, tienen la gasolina más cara del mundo, porque ambos pechan el producto con altísimos impuestos que, por supuesto, paga el consumidor.
Nosotros tenemos, de lejos, de muy lejos, la gasolina más barata del mundo.
Cualquier ser con dos dedos de frente entiende que un límite racional al mínimo precio de la gasolina debe ser el costo de producción y distribución.
Pero en Venezuela, como bien sabe el lector, el litro de gasolina tiene el súper increíble precio de 0,097 Bs. Toda una ganga. Y un litro de agua o de refresco sobrepasa los 100 Bs. La mayoría llena su tanque con menos de 4 Bs. El Estado subvenciona la producción. Y la distribución, porque a ese precio es imposible que el bombero que la expende justifique su salario, ni siquiera vendiendo gasolina todo el día.
Debería llevarse a 5 bolívares el litro. El porcentaje del aumento no es relevante, dado lo ridículamente bajo del precio actual. Así que no hay que pararle cuando El Nacional denuncie que el aumento fue de 5.154%. Es pura propaganda.
En términos prácticos, a 5 Bs. usted pagaría 175 Bs. para llenar el tanque de 35 litros de los carros pequeños.
Los abusivos empresarios de camioneticas y autobuses se quejarán como siempre, pero ellos saben que el costo del combustible en su ramo es ínfimo; que los costos están en los cauchos, en los repuestos, en las reparaciones. El chofer y el colector seguirían gastando más en comerse una arepa y un refresco cada uno que en llenar el tanque del instrumento de trabajo.
Según las encuestas la inmensa mayoría del país entiende la necesidad del aumento perfectamente. Lo difícil de entender es por qué el gobierno no ha hecho el aumento. ¿Síndrome del Caracazo? Me parece que es subestimar al pueblo venezolano.
Lo cierto es que, cuando se dé el incremento (algún día), no será de 5 Bs., será mucho menor. Espero que esté alrededor de 2,20, es decir, que al menos cubra los costos de producción.
Pongo el caso de la gasolina porque es el más claro para todos (que hay otros desequilibrios más funestos, de los que hablaremos otro día). Si hubiese una Oposición inteligente haría rato que estaría exigiéndole el aumento al gobierno, pero lo que tenemos por Oposición es bruta, demagógica y oportunista, y prefiere callar y esperar como caimán en boca en caño que ser seria.
Lo más preocupante de esta situación es la postura del gobierno. Es una decisión simple. Relativamente. Con sus bemoles, es cierto. Pero súper justificada y necesaria. Y no la toma. Entonces, uno tiene derecho a preguntarse (o a inquietarse): si no toma la decisión fácil, ¿podrá tomar las difíciles?

Domingo 02/08/2015. Lectura Tangente, Notitarde

No hay comentarios.:

Publicar un comentario