domingo, 25 de octubre de 2015

El modus operandi

Orlando Zabaleta

Quisiera que alguien me explicara cómo se puede hacer el fraude electoral. Ese que la Oposición  denuncia invariablemente después de las elecciones.
Verán. Según los libros y las películas de detectives, desde Sherlock Holmes hasta Hércules Poirot, desde Kojak hasta Columbo, el investigador conoce al menos el “modus operandi” del delito. Cómo se realizó el crimen.
Me explico: María fue apuñalada en una calle del Barrio La Suerte el martes a las 11 de la noche. El detective sospecha de Pedro Navaja. Ocurrió en su zona y el malandro tenía un cable pelado con la víctima. Perfecto. Pero una docena de testigos vieron al Pedro asomarse por una ventana y gritar a un par de colegas: “¡Epa!, ¿cómo anda la cosa?”, a la misma hora del crimen y a 120 kilómetros de distancia.
Para mantener la imputación, nuestro Holmes necesita una hipótesis que cuadre todos los hechos. ¡Ah!, se le ocurre, Pedro Navaja debe tener un hermano gemelo o morocho muy parecido. No tiene pruebas aún, pero la hipótesis le ayuda a buscarlas (averiguar sobre la familia del Navaja, conseguir al hermano).
El detective (persona inteligente) sabe, pues, al menos cómo se realizó el crimen. Si no, ¿cómo podría sostener la acusación? ¡Lógico! ¡De cajón!, diría mi profesor de matemáticas en bachillerato.
En este siglo, la primera vez que se escuchó hablar de fraude electoral fue cuando el referéndum revocatorio de 2004. Fue una salida inesperada de la Oposición, que entonces usaba el remoquete de Coordinadora Democrática, puesto que todas las encuestadoras, nacionales y extranjeras, daban al “No” de Chávez como ganador. Y los presidentes del mundo se citaban con Chávez para después del revocatorio, incluso el paraco de Uribe. En un hotel caraqueño, las encuestadoras amigas de la Oposición (Datanálisis, Kelling, etc.) se lo habían cantado clarito a los líderes de la Coordinadora unos días antes de las elecciones.
Es decir, todo el mundo sabía que ganaría el NO, hasta los jefes de la Coordinadora. Todos menos un sector del electorado a quienes Garnier, Ravel y Otero habían logrado embaucar. Por supuesto, los partidos y los candidatos están en la obligación de jurar que van a ganar. Y siempre hay un montón de desprevenidos o fanáticos que les creen. Pero esta vez, por la campaña mediática, la cantidad de fervorosos y bulliciosos crédulos era más grande que de costumbre.
En esa madrugada,  los políticos de Oposición, asustados de sus propios votantes y de los dueños de los medios, decidieron hablar de fraude, incluso contra el consejo de la OEA y del Centro Carter.
Pero nunca dijeron cómo se realizó el fraude. Las pruebas las prometió ese día Ramos Allup “para mañana”. Un mañana que nunca llegó. Y así se acostumbraron a repetir lo del fraude.
Si vemos los hechos es difícil imaginar aunque sea una hipótesis de cómo se realiza.
Porque cada elector constata en la papelera que el voto se corresponde con su elección. Y luego se realiza una auditoría que verifica si las papeletas coinciden con las actas. La muestra que se audita es excesiva según criterios estadísticos: 3% sería suficiente, en algunos países se aplican de 5 a 10% en las verificaciones para darle mayor confianza al elector, pero aquí usamos entre 49 y 51%.
¿La trampa estaría en la totalización? Pero allí sería fácil conseguirla: bastaría confrontar las actas de los miembros de mesa y de los testigos, con las de totalización. Más aún: los resultados, centro por centro, mesa por mesa, son publicados casi inmediatamente por Internet. Cualquiera puede verificar las cuentas.
La única hipótesis que se me ocurre que al menos cubre todos los hechos es la siguiente: la máquina de votación hipnotiza al votante, emite un gas inodoro, esencia de burrundanga, que debilita la voluntad del elector, y luego lo hipnotiza con un texto que aparece en la pantalla, algo así como “Usted verá en la papeleta la opción que eligió y olvidará este mensaje”. Así mientras el elector introduce la papelera con el voto equivocado, la máquina se lo adjudica al chavismo.
No se me ocurre otra que cubra todas las condiciones del problema. Pruebe usted a ver, amigo lector, a ver si resuelve el misterio.
O no hubo fraude, y las denuncias son un acto mayúsculo de irresponsabilidad política. Que expresan un gran desprecio de estos “demócratas” por la mayoría. Por el pueblo venezolano, pues. “Perdimos porque la mayoría no está a nuestra altura, esa masa ignorante”. Y, peor aún, luego llaman a descargar ustedes saben qué y se producen muertos que nadie asume.
Por eso la línea opositora es siempre desprestigiar al CNE. Por eso, aunque utilicen las máquinas y el sistema para sus primarias, aunque asistan y aprueben más de 21 auditorías previas, aunque crean que van a ganar, no van a firmar algo tan digno y democrático como el compromiso de respetar los resultados.

Domingo 25/10/2015. Lectura Tangente, Notitarde

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