domingo, 14 de junio de 2015

Pesadilla

Orlando Zabaleta

Tuve una pesadilla aterradora. De las que te despiertan en medio de la oscuridad sudando frío y con el corazón a mil.
La Oposición estaba en el poder. Me refiero al poder político; que el financiero y el mediático siempre lo han mantenido. Yo, en mi casa, leía los periódicos y veía televisión, tratando de ubicarme con desesperación.
Por supuesto que la Oposición no sabía qué hacer. Pero entre una locura y otra, alguna se imponía. Los más sensatos habían planteado que se desmontara con cuidado el control de cambios, pero los más alocados (y codiciosos) habían logrado “liberar” inmediatamente los dólares, repitiendo los silogismos que Hayek y Milton le dieron a Pinochet sobre la necesaria velocidad de los ajustes. Decían que la subida sería temporal. Pero el dólar subía y subía para deleite de los especuladores. La burguesía los compraba y lo sacaba del país inmediatamente, que más seguro y menos arduo es comprar acciones de McDonald y apartamentos en Miami que ponerse a trabajar y correr riesgos produciendo en el país. Así que la sed de dólares no paraba aunque la divisa se encareciera.
Con los precios liberados se importaba de todo y los supermercados estaban llenos de productos, abarrotados, porque ya pocos podían comprar lo que ofrecían. Las madres más pobres habían vuelto a la situación de los 90 y usaban harina con agua en lugar de leche para alimentar a sus hijos.
El nuevo gobierno logró equilibrar el presupuesto facilito: vendiendo los dólares más caros, y aumentando la gasolina, la electricidad, el agua, etc. Pero seguía teniendo carencia de dólares.
El FMI, siempre metío, recomienda que se recorten los programas sociales. Pero el gobierno responde que ya fueron recortados todos, incluso eliminados muchos. La única Misión que aprobó el nuevo gobierno fue la Misión militar yanqui en Fuerte Tiuna.
Está claro que la Ribas y la Sucre parten del falso supuesto de que todos deben tener educación; pero no todos deben llegar a la universidad, repiten muchos que ya tienen títulos universitarios. Regresan los comités de cupo, pero ahora son más inútiles que nunca.
El país no puede sostener las pensiones de vejez, grita otro, y, siendo difícil eliminarlas, se establecen como cantidades fijas, y dejan de estar vinculadas al salario mínimo, para que vuelvan a ser pensiones risibles como en los 90. Algunos reclaman la eliminación del salario mínimo, porque entraba al mercado laboral. Por supuesto, la Ley del Trabajo fue suspendida por la misma razón. En las nuevas condiciones laborales, las empresas gringas prometen establecer fábricas maquiladoras, siempre y cuando, además de no pagar prestaciones, las exoneren de impuestos nacionales y municipales.
Y, claro, los trabajadores y los pobres no están contentos. Y las protestas en los sectores pobres, diarias y múltiples, son tratadas con la consabida represión “democrática” de la IV República: en el Sur de Valencia y el Oeste de Caracas, tomados militarmente, reina un toque de queda no declarado.
La figura del desaparecido se ha vuelto común. Desde el primer día del nuevo régimen ya estaban poniendo velas en los puentes con los nombres de los chavistas que había que matar. Y las listas de los que deben morir son varias y diversas, algunas de 10 mil, otras de 50 mil. Igualito que el 12 de abril de 2002. Los “decentes” aceptan esa exigencia represiva, siempre y cuando se haga lejos de sus sensibles ojos, como un pago en pro de la gobernabilidad del país.
La prensa y los medios audiovisuales no dicen nada sobre las partes feas de la película. Solo celebran y celebran. Lo mismo hace el gobierno norteamericano.
En ese momento, en mi sueño, golpeaban la puerta de mi casa. La policía política había llegado a buscarme. No veía manera de escapar. La puerta estaba cediendo a los fuertes mazazos de afuera.
Y… desperté. Al menos de esta pesadilla pude despertar.

Domingo 14/06/2015. Lectura Tangente, Notitarde

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